OnlyFans y el camino de la pornografía a la legitimación
La industria de la pornografía se reinventa y busca sacar rédito del fenómeno de los “nudes” y las imágenes patriarcales que sexualizan los cuerpos de las mujeres, a quienes se ha inculcado ese imaginario desde muchos ámbitos de la sociedad. El éxito de la plataforma OnlyFans es la victoria de la propaganda misógina que se vuelve omnipresente y que busca «tentar» a las mujeres más jóvenes con la “validación masculina” y “dinero fácil”, las dos imposiciones que el patriarcado y el neoliberalismo, respectivamente, colocan como falsas aspiraciones para las mujeres.
La crisis del Covid ha puesto de manifiesto cómo la sociedad acepta y tolera de manera totalmente acrítica el contenido pornográfico y que las mujeres sean reducidas a objetos sexuales, deshumanizadas y agredidas. La prensa difunde con naturalidad noticias como el anuncio de Pornhub, una de las páginas más visitadas de pornografía, de que durante el Estado de Alarma en España su versión “Premium” sería gratuito. Mientras, las denuncias y acusaciones de abuso de menores que pesan sobre la empresa no reciben ninguna atención mediática.
La ideología patriarcal educa a toda la sociedad en la consideración de las mujeres como objetos sexuales, siempre disponibles para satisfacer a los varones. La cultura popular y de entretenimiento se ha pornificado desde hace décadas y vivimos rodeadas de imágenes en las que las mujeres son sexualizadas en todas las situaciones. Las niñas son colonizadas desde pequeñas por esas concepciones de sí mismas y del resto de mujeres, y crecen con la certeza de que para lograr un éxito social deben seguir ese camino. Como lo describe la socióloga Gail Dines: para las mujeres las opciones son “ser follable” o ser “invisible”. Se les cierran las oportunidades y se les presenta como la panacea seguir los mandatos de la sexualidad patriarcal.
Toda la estructura y el entramado que empuja a las mujeres a interiorizar un rol de objeto sexual y a erotizar la sumisión y la violencia contra sus cuerpos pretende ocultarse detrás de la “libre elección” o el consentimiento. Después de años o décadas de aprehender que las mujeres son mercancía sexual se afirma que las que deciden introducirse en la pornografía o en la prostitución lo hacen por propia voluntad, que renuncian a su propio deseo y se someten al de los hombres porque lo han elegido, o que incluso les gusta ser deshumanizadas e incluso violentadas. Adrienne Rich lo sintetizó de la siguiente manera en 1980:
El mensaje más pernicioso que difunde la pornografía es que las mujeres son la presa sexual natural de los hombres y que a ellas les encanta, que la sexualidad y la violencia son congruentes, y que para las mujeres el sexo es esencialmente masoquista, la humillación, placentera, y el abuso físico, erótico
La pornografía cumple una triple función: reproduce la violencia contra las mujeres, explota sus cuerpos para generar ganancias y adoctrina a mujeres y hombres para repetir el proceso. Grabar y difundir contenido en el que las mujeres son vejadas y degradadas permite al patriarcado extender su ideología y además rentabilizarla en el mercado.
La industria, que goza de un momento boyante con el beneplácito de gran parte de la sociedad, se reinventa y pone las nuevas tecnologías y los medios de comunicación social a su alcance para ofrecer nuevas posibilidades a los “consumidores”. El lenguaje del mercado distorsiona hasta el extremo la realidad de la explotación sexual. Los mecanismos para disfrazar de “empoderamiento”, “agencia” y “libertad” lo que es consecuencia de la dominación masculina se basan en esconder en esas categorías extraídas de la economía las relaciones de poder resultado de la opresión que sufren las mujeres.
OnlyFans estaba concebida como una plataforma de mecenazgo en la que creadores de contenido dan acceso a sus creaciones solo a los suscriptores que paguen por ellas. Desde 2016, cuando surgió, se ha convertido en una página de pornografía, y con el Covid se ha potenciado. No se trata de un nuevo fenómeno, es un nuevo medio para la misma cultura patriarcal que simplifica a los hombres que ven en las mujeres seres deshumanizados, despersonalizados y reducidos a objeto acceso a toda clase de material, mientras muchas jóvenes caen en las redes de un mundo que las hace depender de su propia explotación, la pérdida de su intimidad y soportar fingir interés por individuos que en su mayor parte repudiarían.
Titulares en medios de comunicación presentan OnlyFans de la siguiente manera: “El coronavirus me dejó sin trabajo, pero ahora gano unos 1.600 euros con mis nudes en OnlyFans”; “OnlyFans: Usted también puede enriquecerse como una estrella del porno”. En el artículo se habla de “creación de contenido” que se debe “monetizar” para referirse a las propias imágenes sexuales que se suben a la plataforma. Mecánicas patriarcales vigentes desde hace décadas se adaptan para extraer el mayor beneficio y crear un reclamo para que cada vez más mujeres, y cada vez a edades más tempranas, vean en la hipersexualización de sus cuerpos una opción laboral, algo rentable, y todo ello funcione como una puerta a la pornografía. El relato a favor de la explotación de mujeres y que beneficia a puteros y proxenetas se instala como algo cotidiano.
Las redes sociales se han convertido en un escaparate de la representación de las mujeres como objetos sexuales, que repetimos no es una novedad, sino un modelo patriarcal gestado hace décadas en las portadas de Playboy y publicaciones similares. Hugh Hefner, creador de la franquicia del conejo, afirmó en una ocasión “en mis relaciones, no busco la igualdad entre hombre y mujer. Me gustan las chicas inocentes, cariñosas”. No hay frase que sintetice mejor qué pensaba de las mujeres el creador de una industria basada en la explotación de mujeres, y de la que hoy la sociedad es heredera desde plataformas como esta. Lo que esos hombres piensan sobre las mujeres es precisamente que son inferiores, que sirven para satisfacerles a ellos, como el patriarcado les ha enseñado que son las cosas.
La tolerancia que la sociedad tiene con la pornografía encubre la realidad de esta industria. La cultura de la sexualización que entrena a las niñas y jóvenes en esas mecánicas desde que descubren el mundo porque es un mundo construido sobre una jerarquía sexual. “Nunca se pregunta si en condiciones de supremacía la noción de consentimiento tiene algún sentido”. Esta cita de la feminista Catharine MacKinnon expresa de manera impecable por qué el feminismo debe analizar y cuestionar las estructuras y no apelar a una libertad individual que el patriarcado está utilizando como coartada de toda clase de violencias.
La imagen que se pretende vender como representación de este mundo es la de mujeres “emprendedoras”, felices y con el control sobre su propia vida y sobre su cuerpo, que además ganan dinero sin esfuerzo. La realidad es que su vida y su cuerpo son explotados para que los hombres puedan mantener sus privilegios patriarcales, y esto ocurre así, aunque haya mujeres que lleguen a negarlo, y hay testimonios y casos suficientes para afirmarlo. Las feministas no deberíamos permitir por ello que fenómenos como el de OnlyFans se instalen con normalidad, sino que tenemos que permanecer alerta ante los intentos de la propaganda de la misoginia por legitimarse e instalarse en el imaginario colectivo.
Sandra D. Guerrero