EL MACHISTA DEL SIGLO XXI
Viñeta de la ilustradora Carmiña Warden. Publicada por primera vez en el artículo del medio digital Nómada «Nacho sufre porque su trabajo no es bien recibido por las feministas»
Cuando pensamos en “El Machista”, es difícil que no pensemos en un señor que humilla explícitamente a mujeres, cuenta chistes sobre que deben estar en la cocina, vota a la ultraderecha y dice que con Franco esto no pasaba. Así que muchos hombres, al no ser así, se creen feministas. Son muy diferentes a esos tipos rancios machistas: escuchan indie, toman café en bares modernos de Malasaña, van al orgullo y visten con colores como el turquesa o el rosa, ¡hasta algunos llevan moño! No pegan a sus parejas y hasta las “ayudan” en casa. Lo que pasa es que a veces la palabra feminista les parece igual de mala que la de machista y prefieren llamarse igualitarios. Quieren la igualdad, pero una igualdad real para todos y dicen que si de ellos dependiera la igualdad se conseguiría porque, aunque no han leído ni un libro ni han dado ningún curso sobre feminismo, tienen muy claro cómo se consigue la igualdad. Obviamente, no es como proponemos las feministas, que somos muy extremistas y nos pasamos y les discriminamos, pobrecitos.
Lo primero que te dicen es que las listas paritarias les discriminan, porque quien tiene que estar es la persona con más méritos independientemente de su sexo y ya hay igualdad de oportunidades desde hace tiempo. Eso implicaría que nuestros presidentes han sido las personas mejor preparadas para su cargo y que si sus cualidades hubieran recaído en una mujer hubiera sido presidenta. ¡Qué casualidad que esas cualidades tan abrumadoras pero que cuesta tanto ver, nunca recaigan en una mujer! A esto te responden que tomarían medidas como garantizar que no se sepa el sexo en las entrevistas de trabajo. Algo que se puede hacer muy fácilmente, está claro que la legislación funciona muy bien a ese respecto. Por esto mismo conozco a mujeres que en entrevistas para puestos les han preguntado si tenían novio, pensaban casarse, tenían hijos o si hacían toples. También conozco a mujeres que han sido acosadas en entrevistas de trabajo. Pero está claro que no preguntarían su sexo si fuera ilegal o no las echarían en el periodo de prueba en caso de conseguirse esa entrevista asexuada.
También dicen que otra medida que ellos tomarían sería igualar las bajas de maternidad y paternidad, para que haya igualdad a la hora de contratar. El estrés físico por el que pasa la mujer que necesita una recuperación y el hombre no, pues no es un factor a tener en cuenta para estos hombres a la hora de la baja. Que muchas de esas madres den la lactancia por un periodo que no suele ser inferior a 6 meses, tampoco es un factor a tener en cuenta. Las alteraciones hormonales de la puérpera que provocan alteraciones en su forma de gestionar las emociones y enfrentarse a las tareas complejas, tampoco se deben tener en cuenta. Porque, para ellos, la baja de maternidad son unas vacaciones: su cuerpo no sufre, sus hormonas no se alteran, generalmente se implican menos en el cuidado o directamente no se implican… No entienden que para la mujer es una baja médica necesaria, que no sólo importan los cuidados de la recién nacida.
Con el tema de la violencia machista, insisten en que ellos incluso agravarían las penas… pero para todos. ¿Por qué una ley va a proteger solo a las mujeres de una violencia estructural contra ellas? Seguro que estos hombres apoyarían una ley en contra de la violencia que sufren las minorías raciales, las personas del colectivo LGTBI, las personas en situación de exclusión… pero una ley en contra de la violencia que sufrimos las mujeres, no. Esas leyes no pueden existir, deben incluir a todos. Esto parte de la base de negar la violencia existente contra las mujeres: si no existe una ley específica, esa forma de violencia se oculta: las víctimas no tienen el reconocimiento que merecen, no se señala lo estructural de esa violencia, no se recogen datos específicos, no se hacen estudios específicos… Los datos sobre que existe una violencia estructural contra las niñas y mujeres son numerosos y potentes y en España se empezaron a recoger gracias a la Ley Integral en Contra de la Violencia de Género (2004).
Bueno, bueno, eso podrá ser verdad, pero es que las feministas nos empeñamos en legislar todo, hay que educar y dejar que eso haga sus efectos, argumentan. Creo que tienen razón en que las feministas ni confiamos ni hemos confiado en la educación, nunca hemos dejado que la educación haga sus efectos y que solucione todo por arte de magia, sin ningún esfuerzo. Porque la educación dada en una sociedad patriarcal es machista. Las mujeres hemos exigido los derechos que nos eran negados en contra de gran parte de la sociedad, incluidas también muchas mujeres alienadas. Nunca la sociedad ha avanzado hasta el punto de que pudiésemos votar, estudiar, tener propiedades o divorciarnos sin necesidad de pelear, las mujeres hemos cogido esos derechos a base de lucha con mucha oposición. La triste realidad es que las feministas tenemos que seguir luchando para que la educación reglada incluya la historia de las mujeres y a las mujeres en la historia. Actualmente, la mitad de la humanidad está invisibilizada o infrarrepresentada en el sistema educativo en general.
Este hombre dice ser un defensor de la libertad y los derechos: el derecho de los hombres a ser padres por gestación subrogada, de las trabajadoras sexuales a nivel laboral, de los chicos a educarse en la sexualidad a través de la pornografía… En realidad, en lo que cree es en su derecho a explotar mujeres. Aunque las “leyes justas” que este tipo tan listo propone para regular la pornografía y los vientres de alquiler están ya implantadas en otros países con consecuencias devastadoras (aumento de la trata, disminución de las condiciones de vida de las mujeres explotadas, irregularidades con los bebés que rozan con el tráfico de personas…), este hombre sigue insistiendo en que esa sería la solución.
La prostitución y la pornografía, dos formas de explotación sexual, y la explotación reproductiva le parecen no solo deseables como opciones de vida para las mujeres sino que incluso dirá que esas mujeres viven mejor que él. Lo lógico sería que con esa idea sobre la realidad de la explotación sexual se lanzara él mismo a meterse en un burdel o salir de madrugada medio desnudo a un polígono, pero él es más de adoptar el rol de prostituidor. De nuevo para nuestro machista del siglo XXI todo es fruto de la pura casualidad y no del patriarcado. Tanto la prostitución como la pornografía promueven las relaciones de poder y desigualdad patriarcales: decir que la pornografía enseña sobre sexualidad es como decir que el toreo enseña sobre cuidado de animales. Estas ideas sólo promueven que la mujer sea un objeto (reproductivo o sexual) al servicio del deseo masculino.
El que antaño decía que no debía haber sufragio femenino también tenía la misma actitud paternalista que el machista del siglo XXI que no quiere que haya listas paritarias o legislación contra la violencia machista. También decía que era por nuestro bien y el de la sociedad en general, que no tenía nada en contra de las mujeres, pero es que las cosas son así. Tampoco empatizaba con la situación de las mujeres, ni las escuchaba, pensaba que su opinión como hombre no estaba sesgada por sus privilegios y ni pensar en cuestionárselos. Así que estos hombres modernos “igualitarios” son machistas. Quieren hacer cambios de papel mojado que no vayan a suponer ningún cambio real en la vida de las mujeres, incluso quieren tirar para atrás algunos de los logros más recientes conseguidos con mucho esfuerzo. No quieren los cambios reales que implican que las mujeres tengan más oportunidades a cambio de que ellos pierdan privilegios. Así que si tú piensas así, te diré que eres machista.
ECG