Los misóginos quieren que las feministas sigamos calladas
La histórica feminista Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista, publicaba un comunicado en el que ponía sobre la mesa un tema que no es una novedad para quienes conocen el debate que se vive en el seno del movimiento feminista. En ese texto, Falcón denunciaba que las leyes de identidad que ya se han aprobado en algunas comunidades autónomas, o la que presentó Podemos en la pasada legislatura, son un retroceso en los derechos y conquistas alcanzadas por las mujeres, que han supuesto una ardua lucha y que ni siquiera son suficientes para que podamos hablar, ni mucho menos, de una igualdad real entre los sexos.
Las leyes que pretenden aprobarse son consecuencia del activismo realizado por una parte considerable del movimiento trans, en su mayoría seguidor de las teorías queer y los planteamientos de autoras como Judith Butler, que llevan años introduciéndose en el colectivo feminista. Mediante una serie de acciones que muchas feministas llevan años denunciando, no sin temor, desde el forzoso anonimato y como víctimas de un acoso feroz, muchos miembros del colectivo transactivista han pretendido borrar a las mujeres y desplazarlas como el sujeto político de su propia lucha. Podemos se ha convertido en el principal referente político de estas ideas que ha canalizado en forma de leyes. De su propuesta de ley presentada en 2018 se extraen frases como la siguiente:
“La autodeterminación de la identidad sexual no podrá ser puesta bajo cuestionamiento de manera que en ningún momento, proceso o trámite se exigirá la aportación de medios probatorios de aquella. En todo momento será considerada e interpretada de acuerdo a la manifestación de voluntad personal”
“Las mujeres trans tienen derecho a recibir de los poderes públicos del Estado, el Instituto de la Mujer y las Comunidades Autónomas, en el marco de sus respectivas competencias, los mecanismos de protección, recursos asistenciales y atención necesaria a fin de erradicar la doble discriminación que sufren y la especial situación de vulnerabilidad que experimentan”
De acuerdo con estos dos artículos, cualquier persona puede autodeterminarse mujer en cualquier momento, proceso o trámite (¿incluye esto procesos judiciales por denuncias de violencia machista?) y tener acceso a los mecanismos de protección, recursos asistenciales y atención necesaria. ¿Se puede pretender que ante esto el movimiento feminista guarde silencio y espere a que nuestros derechos queden socavados? A no ser que estemos dispuestas a recibir una denuncia de un colectivo que se suponía “aliado”, el silencio parece la opción más “segura”.
Esto es lo que le ha ocurrido a Lidia Falcón por cuestionar estas leyes y cómo las corrientes que hablan del género como una identidad están perjudicando a las mujeres y a la infancia. La Federación Plataforma Trans presentó el pasado jueves una denuncia en la Fiscalia de Cataluña por delitos de odio (La Fiscalia de Cataluña fue quien denunció a la Escuela Feminista de Rosario de Acuña por realizar la misma crítica) contra el Partido Feminista. La Plataforma Trans que, aunque ahora reniega de ello, apoyó en 2017 los vientres de alquiler con declaraciones de esta índole: “además, se está negando aquello que paradójicamente todas las mujeres venimos diciendo cuando decimos nosotras parimos, nosotras decidimos. Mi cuerpo es mío, yo decido. Las mujeres deben de tener autonomía propia plena para decidir sobre sus cuerpos”.
¿Ha denunciado la Plataforma Trans a Ciudadanos cuando en nombre del colectivo ha promovido la explotación reproductiva de las mujeres? No ¿Ha llegado la Plataforma Trans a denunciar a cierto partido de ultraderecha cuando sus dirigentes han lanzado mensajes de odio hacia las mujeres y las personas homosexuales? No. Se ha limitado a emitir comunicados, señalar la amenaza que suponía, a condenar, etc. Lo más lejos que llegaron fue a solicitar a la Fiscalía acciones legales contra el partido de ultraderecha, pero nunca ninguna acción por la vía penal. Es más, en 2018 su principal cara visible aseguró que con este partido la situación de las personas trans no sería «peor», lo que llevó a otros activistas a acusarla de blanquear a la ultraderecha. ¿Por qué contra los ataques de la ultraderecha, que sí son mensaje de odio y basados en prejuicios de su ideología ultraconservadora, no ha denunciado, pero lo hace ahora con una líder feminista que lo único que ha hecho es argumentar y poner sobre la mesa lo que muchas pensamos? Pues porque la misoginia no es delito de odio. Porque odiar a las mujeres está bien visto y pese a que ahora el feminismo está de “moda”, parece que precisamente se trata de eso, de una moda que poco tiene que ver con las reivindicaciones de las mujeres.
Porque lo que moviliza a la “izquierda” últimamente son planteamientos individualistas y sin base material que tratan de esencializar el género, estructura de opresión responsable de la desigualdad y violencia que sufrimos, y eludir la categoría sexo que es la razón de nuestra opresión. Y declarar esto no es odio, ni intolerancia ni biologicista (biologicista es afirmar una identidad mística e imposible de constatar que solo cada uno individualmente puede percibir), sino defensa de los derechos humanos de las mujeres. Las feministas de todo el mundo llevan tiempo movilizadas en esta cuestión, soportando misoginia y odio. Porque la misoginia está justificada y quienes la practican nunca han sido feministas, pero acusar a las mujeres de locas, fóbicas, exageradas, o incluso de fascistas por defender algo tan evidente como es que las mujeres no somos una identidad, un sentimiento o una esencia, es lo que realmente destila odio.
Lo que ocurre es que el patriarcado no se esperaba que desobedeciésemos con tanta fuerza a esta reacción vendida como “progresista”, y lo que nos aplica ahora que nos revelamos es el castigo de siempre: la historia y el mundo están llenos de mujeres encarceladas y violentadas por defender sus derechos. Esto no es nuevo. Denuncian a Lidia Falcón porque son misóginos y no quieren que se escuche la voz de las mujeres que no se han creído que el patriarcado 2.0 era bueno. Por todo ello, hacemos un llamamiento a todas las mujeres a firmar nuestro comunicado en defensa de Lidia Falcón. Juntas y unidas no podrán con nosotras. Se acabó el miedo y se acabó el silencio.