29J TRAICIÓN A LAS MUJERES
Este 29 de junio el Consejo de Ministros dio luz verde a la tramitación de la conocida como Ley Trans. Se inicia así un camino legislativo -que puede durar meses- tras el cual la norma tendrá que ser sometida a votación en el Congreso. Esta ley es una traición a las mujeres y así se lo hicimos saber las feministas el pasado 26 de junio en la Puerta del Sol, donde pedimos que se frenara la norma y que se cumpliera la agenda feminista: la ampliación de la ley de violencia contra las mujeres, la aprobación de una norma para la abolición de la prostitución, la derogación de la instrucción que permite la inscripción de los bebés fruto de la explotación reproductiva de las mujeres y la paralización de las leyes trans.
El Consejo de Ministros hizo caso omiso a nuestras reivindicaciones y por eso pedimos a las parlamentarias y los parlamentarios que, cuando llegue el momento, voten en contra de dicha ley. En la carta les recordamos que el género no se elige, se impone desde que nacemos sobre la base de una realidad material como es el sexo biológico. El género, por tanto, no es una identidad, sino una opresión. Entender el género como una identidad responsabiliza a las mujeres de esta subyugación, pues parece que si sufrimos discriminación, acoso, maltrato… es porque así lo hemos elegido. Si no queremos enfrentarnos a esto, ¿por qué no decir que somos hombres? ¿Desaparecerá la violencia machista si todas nos autoidentificamos como varones?
Las condiciones materiales no se esfuman con el cambio de una letra en el DNI, de la misma forma que el racismo que puede sufrir una persona de raza negra no desaparece si se autoidentifica como blanca. Ser mujer tampoco es un sentimiento. Las identidades de género no son más que estereotipos que perpetúan el sexismo de siempre. ¿Qué tiene de revolucionario decir que si a una persona le gusta llevar vestidos y jugar con muñecas es una mujer? ¿No es esto mantener los roles de siempre sin desafiar ni un ápice al patriarcado? Por eso, el feminismo busca abolir el género, no regularlo.
La Ley Trans anula normas que nos ha costado tanto esfuerzo sacar adelante como la Ley Orgánica 1/2004 contra la violencia de género. Si cualquiera puede dejar de identificarse como hombre, ¿qué sentido tienen normas como esta, dedicadas a la violencia específica que sufrimos las mujeres por motivo de nuestro sexo? De facto, un maltratador podrá cambiar su sexo en el registro y hacer que sus futuras agresiones no se juzguen bajo esta norma. La Ley Trans también abrirá la puerta de las prisiones de mujeres a asesinos y violadores. Se nos ha dicho en infinitas ocasiones que esto no iba a pasar, pero los casos no han tardado en aparecer. Solo cuatro días después de que se aprobara la Ley Trans en el Parlamento Canario, Jonathan de Jesús Robaina, autor confeso del asesinato de Vanesa Santana, pidió que le llamaran Lorena durante el juicio porque había iniciado un proceso de cambio de sexo. Aunque la Ley Trans no altera las obligaciones jurídicas previas al cambio de sexo, ¿qué le impediría a Jonathan entrar a un módulo de mujeres a cumplir su condena? ¿Cómo se protegerá a sus futuras posibles víctimas? ¿Dejará Jonathan de ejercer violencia machista automáticamente después de su cambio en el registro?
No es un caso aislado. En Reino Unido, Stephen Wood fue detenido por llevar a cabo tres violaciones, pero, al autoidentificarse como mujer y pasar a llamarse Karen White, fue enviado a una cárcel de mujeres, donde abusó de las presas. La Ley Trans da vía libre para que hombres biológicos entren en espacios femeninos que hasta el momento se consideraban seguros. Al igual que pasa en las cárceles, pasará en los baños y en los deportes. Estos días hemos visto el debate que se ha generado en torno a la participación de Laurel Hubbard en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, donde, a pesar de que tiene la envergadura de un hombre, se enfrentará a otras mujeres en la categoría de halterofilia.
Nos preocupa también cómo esta ley vulnera los derechos de la infancia y la adolescencia. Los niños y las niñas en etapas de desarrollo deberían ser educadas en la libertad para encontrar su personalidad más allá de estereotipos sexistas. Usar bloqueadores de la pubertad, hormonar y someter a cirugías, en muchos casos irreversibles, a estos jóvenes simplemente para que continúen encajando en patrones sexistas es una práctica alarmante que atenta directamente contra su integridad. Es la mutilación de cuerpos sanos por una disforia que, en la gran mayoría de situaciones, desaparece con la edad. Suecia ya ha dejado de usar bloqueadores hormonales en menores por el riesgo que tienen en la salud de estos. ¿Es necesario que pasemos aquí también por ello?
También tenemos el ejemplo de Keira Bell en Reino Unido, quien demandó al servicio público de salud a los 23 años, después de que con 16 le recetaran un tratamiento hormonal para su disforia de género sin realizarle siquiera una evaluación psicológica. La justicia le dio la razón, pero, en España, la Ley Trans elimina la protección de los menores y favorecerá que casos como el de Keira se multipliquen. Por todo lo expuesto, consideramos que las modificaciones que se han incorporado respecto al borrador de febrero son completamente insuficientes. Nos gustaría que reflexionara bien antes de dar paso a consecuencias demoledoras e irreversibles para los derechos de las mujeres y la infancia. Por eso les pedimos que voten en contra de esta norma que borra la definición de mujer y anula por completo todos los derechos conseguidos.