Jornadas universitarias sobre «trabajo sexual» o por qué no todo es debatible
¿Imaginan una universidad acogiendo un debate sobre la esclavitud? ¿Y sobre la explotación infantil? Ninguna institución educativa les daría la palabra a los esclavistas para disfrazar actividades que atentan contra los derechos humanos de trabajo regular o incluso empoderante para los oprimidos. No es ninguna casualidad que el sistema sea mucho más laxo con la explotación sexual de las mujeres, que los que pondrían el grito en el cielo con los supuestos anteriores, defiendan a capa y espada este debate en aras de la libertad de expresión. Se llama patriarcado y es algo que aprendemos desde la infancia. Nos socializamos en la idea de que la complacencia al hombre es una parte fundamental del ideal femenino y de que la objetificación de las mujeres es parte de su esencia e incluso de su poder.
Hace poco más de un mes, la Universidad de A coruña cancelaba un congreso sobre “trabajo sexual”, con presencia del del ilegalizado OTRAS, por la presión de grupos abolicionistas. Después emitían un comunicado confuso, declarando su compromiso con el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, pero manteniendo la denominación de trabajo sexual para una de las formas de violencia más extremas contra las mujeres. En respuesta a lo que llaman un boicot contra la libertad de expresión, veinte universidades se han unido para “debatir” en sus aulas la conveniencia de la explotación sexual en el tercer país en el ranking europeo de demanda de prostitución, donde más del 90% de las mujeres y niñas que la ejercen son víctimas de la trata.
Estas voces, que se llenan la boca hablando de los derechos de las prostitutas, no se dan cuenta de que los únicos derechos que están defendiendo son los de los proxenetas a lucrarse de ellas. No es nada nuevo. A lo largo de la historia, el sistema ha aplicado muchas veces la falacia de que, para dignificar a las víctimas, hay que dignificar su opresión en lugar de eliminarla. El feminismo no es una etiqueta de moda, la lucha contra la violencia machista no es una firma ni una foto en un medio. La abolición de la prostitución, la criminalización del putero y los planes sociales, educativos y laborales para todas las mujeres secuestradas en club de carretera y polígonos -esas a las que no invitan a estos debates cubiertos de purpurina- es la única solución. Se trata de acabar con la feminización de la pobreza y no de legitimar el abuso como salida.
Nada que apoye la idea patriarcal de que el deseo sexual de la mujer es prescindible en una relación y el mero consentimiento se negocia será nunca feminista. Es en esos discursos, en la idea de que el sexo es un derecho masculino y las mujeres un objeto de placer, donde se origina la cultura de la violación. La compra venta de mujeres para disfrute de los hombres es incompatible con una sociedad igualitaria
Fuera puteros de la universidad.
Irene Otero
Comisión de Comunicación.
Asamblea Abolicionista de Madrid