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Kanye West, comprador de bebés contra los derechos de las mujeres

El rapero norteamericano Kanye West, una figura muy mediática y con millones de seguidores en todo el mundo, anunciaba hace unas semanas que se presentaría a la carrera por la presidencia de Estados Unidos. Primero lo afirmó para luego desmentirlo y finalmente protagonizar un «acto» de campaña este lunes 20 de julio. Hace un tiempo mostró su apoyo al propio Donald Trump, acercamiento que ya da pistas sobre qué podemos esperar sobre él, y ahora anuncia que él mismo quiere ser presidente. Sea este paso hacia delante parte de una “performance”, consecuencia de algún episodio de trastorno o un propósito serio, lo que sí estamos en condiciones de afirmar es que Kanye West es un enemigo de las mujeres que utiliza su repercusión mediática para enarbolar el machismo y que es producto y exponente de una sociedad capaz de borrar a las mujeres, explotarlas y luego encubrirlo todo en un discurso de libertad e inclusivida. 

La actuación de este personaje, sea parte de un show o realmente algo serio, es uno de tantos de los ejemplos de la misoginia sobre la que está construida la sociedad. Este varón afirmó en este, repetimos, supuesto, mitin político que el aborto le hace llorar, que su padre estuvo a punto de “matarlo” cuando quiso que su madre abortara y que él mismo pudo “matar” a su hija del mismo modo. Lo que Kanye critica no es el comportamiento patriarcal que su padre y él tuvieron al presionar a las mujeres para hacer con sus cuerpos algo que no querían, sino el acto de abortar, que lo iguala a “matar”. Eso es cosa del pasado, ahora Kanye es un amante de los niños, tanto que después de tener dos hijos junto a su mujer, la también mediática Kim Kardashian, cuando a esta le diagnosticaron placenta accreta ambos decidieron que si ella no podía gestar lo haría una mujer pobre (“su vientre de alquiler”), una que no pudiera elegir como ella lo hacía. He aquí al perfecto misógino: contrario a los derechos reproductivos pero a favor de la explotación reproductiva.

No conforme con llamar asesinas a las mujeres que han abortado, propone que se legalice la práctica pero que se dé “un millón de dólares o algo así” a las mujeres que busquen interrumpir su embarazo para que no lo hagan. Como individuo que ha utilizado el dinero para explotar a una mujer propone extorsionar, chantajear, y aprovechar la situación precaria de las mujeres para controlar sus cuerpos. El patriarcado impone su poder mediante la violencia económica, y habrá quien hable de consentimiento cuando tras las crisis, como la que ha provocado el Covid-19, siempre son las mujeres las más perjudicadas en todos los aspectos. Aquellas que fueron  explotadas (y lo serán en el futuro) en un país en el que un seguro médico o que tus hijos vayan a la universidad son lujos no decidieron libremente, cedieron por una necesidad que en su sociedad se ofrece como un negocio. Y su sociedad se encargó de encubrirlo todo, para que ni ellas mismas pudieran pensar ni por un momento lo que les había ocurrido.

La situación de las mujeres explotadas reproductivamente en países como Ucrania o la India, donde hay auténticas granjas de mujeres en condiciones inhumanas, puede hacernos obviar que Estados Unidos ya ha normalizado plenamente esta explotación, y puesto que la sociedad estadounidense es un imperio cultural y ejerce un yugo muy potente sobre otros países no podemos perder de vista su papel en esto. Muchos personajes mediáticos como los Kardashian-West han optado por comprarse un bebé. Hay ejemplos en el propio país y fuera, y la lista es preocupantemente extensa: Elton John, Robert De Niro, Sarah Jessica Parker, Jimmy Fallon, Lucy Liu, Ricky Martin, y algunos nacionales como Miguel Bosé, Tita Cervera, entre muchos más. Lo que se busca (y consigue) a través de este tipo de figuras mediáticas es legitimar la práctica para que parezca normal e incluso una experiencia positiva para todas las partes. Solo hace falta echar un vistazo a las declaraciones de estos compradores de bebés para ver que estamos ante algo terrorífico.

Vale la pena hacer un inciso en el aplaudido discurso de Joaquim Phoenix durante la pasada edición de los Oscar sobre la explotación de las vacas por parte del ser humano, “creemos que tenemos el derecho de inseminar artificialmente a una vaca y que cuando pare le arrebatemos a su cría”, denunció el actor. Con todo el respeto a la justa y legítima lucha contra el maltrato animal, cabe preguntarse si Phoenix prefirió recordar a las vacas en vez de a las mujeres frente a un público donde había varias personas (como Elton John, Robert De Niro o la actriz Kristen Wiig) que habían inseminado a una mujer para arrebatarle a su bebé. Ocurre lo mismo frente al gran apoyo que reciben las campañas de “no compres adopta” en lo referido a los perros, pero la completa indiferencia o incluso el aplauso ante la explotación reproductiva. Este es el modelo hipócrita que exporta Estados Unidos, y que es responsable de que el alto coste de esta esclavitud en este país abra el mercado en países más pobres, para que haya para todos los bolsillos y así poder decir que hay “igualdad”.

El relato de los deseos, que han “transicionado” a derechos para algunos, de “ser padre biológico” vía explotar a mujeres más pobres, que se emplea en el contexto español por ejemplo como coartada de la violencia de esta práctica, no es siquiera necesario entre las “celebrities” de la maquinaria estadounidense. La celebérrima Kardashian afirmó sin tapujos que les recomendaba a sus hermanas recurrir a los vientres de alquiler y que así no subirían de peso por el embarazo. El mercado acude raudo en auxilio de estas pobres multimillonarias para servirles un catálogo de mujeres que gestarán durante nueve meses y se pondrán en riesgo en un complicado proceso físico y psíquico para rechazar al bebé el día del parto y que este acabe con un pomposo lazo en manos de los explotadores. La sociedad felicitará luego a estos individuos como “nuevos papá y mamá” y narrará la experiencia como si de la adquisición de un nuevo bolso se tratara, con titulares sobre “cómo se siente Kim Kardashian con su nuevo vientre de alquiler “.

Por suerte para las mujeres, existe el feminismo, que sí denuncia que lo que estas personas hacen es explotar a mujeres, que trafican con bebés y que no son ni padres ni madres, ni tampoco están en condiciones de cuidar y criar a ningún bebé, que será algún día una persona adulta, porque su motivación para que esa criatura entrara en sus vidas es la misma que comprar un “cochazo”, como lo describió uno de estos compradores cuando dijo que llamaría “Altagama” al bebé porque le había costado más que un automóvil. El relato mediático es fundamental para que la sociedad se posicione a favor o en contra de la explotación reproductiva, y Estados Unidos ya ha conseguido acallar las voces críticas en esta cuestión (a la luz de la impunidad con la que se presenta) y lo ha hecho a través de los famosos sin escrúpulos que alcanzan sorprendentemente una relevancia política más allá de su ámbito de actuación.

No olvidemos que el actual presidente, otro exponente de la misoginia yanki que se mueve entre prohibir derechos básicos a las mujeres y deshumanizarlas como trozos de carne, también era una figura de ese mundo del espectáculo al que todo el mundo reía las gracias. En el contexto cultural de Norteamérica Kaney West es un “dios”, pues es uno de los máximos exponentes del rap y la experimentación musical. Además, está casado con la citada Kim Kardashian, figura principal del clan Kardashian, máximo exponente de esa cultura de las redes sociales basada en la sobrexposición de la intimidad y en vender una imagen hipersexualizada de las mujeres que es recompensada con glamur y una vida de lujos y ostentaciones. Toda la violencia y crueldad de la explotación sexual y cosificación de las mujeres queda oculta en este falso paisaje de “sueño americano” que ofrece a las mujeres ser un objeto sexual o una fábrica de bebés como la gran oportunidad de sus vidas.    

La escritora J. K. Rowling es actualmente el blanco de una “caza de brujas” y un acoso feroz por decir que el sexo existe e importa. ¿Kanye seguirá siendo una estrella en Estados Unidos después de sus declaraciones? Probablemente sí, e incluso presidente si realmente continúa adelante, pues su sociedad es experta en blanquear la misoginia y fingir incluso que le preocupan las mujeres y las vacas. Este personaje es un comprador de bebés que ataca no solo la dignidad de las mujeres a no ser explotadas y la de los bebés para no ser vendidos, sino el derecho a decidir libremente sobre la interrupción del embarazo. Aseguraba una usuaria en twitter que con Kanye West empezaba El Cuento de la Criada, pero parece que llevamos ya unas cuantas temporadas. West no es diferente de ninguno de los personajes que explotan mujeres y compran bebés. El mayor peligro es que ese relato que no habla de explotación sino de “gestación subrogada”, “madre de sustitución” o barbaridades semejantes se instale y la potencia crítica del feminismo se pierda en la farsa de la libertad hasta para ser explotada.

Pero tampoco nos llevemos a engaño, la responsabilidad principal de la vulneración de los derechos de las mujeres es siempre de la clase política, que atiende a todo esto con impasividad o directamente colabora con ello. Las feministas no estamos solas porque somos muchas, pero en la sociedad patriarcal hay enemigos declarados, traidores y cómplices de todo tipo. La suma de las acciones de los tres alimenta y reproduce este sistema que odia a las mujeres y las violenta, les roba sus vidas, su bebés y todo aquello que le es útil y las mantiene esclavas. Machistas como Kanye West enfrentamos a diario, pero aquellos como él que tienen un altavoz público son más peligrosos porque legitiman el patriarcado, si además acechan el poder político entonces influyen directamente en la vida de las mujeres. Aquí en España es una obligación cada vez que se denuncie esta cuestión recordar que, pese a estar la explotación reproductiva prohibida por ley, todavía sigue vigente una instrucción que permite la inscripción de los niños comprados y por tanto legitima a los explotadores, ¿hasta cuando se va a mirar para otro lado con esta vulneración de derechos humanos?

Sandra D. Guerrero

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