“Feliz Día de la Madre” o la maternidad según el patriarcado
Mujeres de toda España recibirán hoy felicitaciones y regalos por ser madres. Lo mismo ocurrió el pasado 19 de marzo con los padres. Más allá del marketing y las tradiciones, ambos días son un exponente perfecto de cómo el género ha construido e impuesto todo un imaginario sobre los sexos para reproducir y perpetuar las desigualdades que perjudican a las mujeres. Las feministas, como abolicionistas de ese género que nos oprime, queremos denunciar los estereotipos machistas que se hacen especialmente visibles en este día a través de la propaganda y la mercadotecnia que lo rodean. Al final de este artículo, recogemos ejemplos de felicitaciones y regalos cargados de machismo socialmente aceptado que hemos recopilado bajo los hashtags #MadreDesmadrada y #EstoEsGénero en una campaña de denuncia en redes sociales.
La desigualdad en cifras
Los datos que indican quién dedica en el hogar tiempo a los trabajos de cuidado son el mejor reflejo de que el patriarcado no ha muerto. Las desigualdades entre los sexos en estos aspectos son escandalosas. Según datos del INE, (Instituto Nacional de Estadística) de 2019, un 26,2% de las mujeres entre 25 y 54 años con un hijo trabaja a tiempo parcial, frente al 5,3% de hombres. En el caso de 3 o más hijos los porcentajes son de 25,6% de mujeres y 4,4% de hombres. Las mujeres incrementan el tiempo dedicado a los trabajos de cuidados cuando trabajan a tiempo parcial (30 horas a la semana). Los hombre dedican las mismas horas a estos trabajos incluso si su jornada remunerada es parcial (14 horas a la semana).
Según los datos de la Encuesta de Condiciones de Trabajo de 2015, un 47,4% de mujeres trabajadoras y un 31,5% de hombres trabajadores realizan todos los días actividades de cuidado y educación de sus hijos o nietos; un 77,5% de mujeres trabajadoras y un 32,9% de hombres trabajadores realizan todos los días actividades de cocinar y realizar tareas domésticas; un 15,4% de hombres y un 2,3% de mujeres que trabajan no realizan nunca actividades de cocinar y tareas domésticas; y un 39,4% de hombres y un 34,4% de mujeres que trabajan no realizan nunca actividades de cuidado y educación de sus hijos o nietos.
Podríamos escribir páginas y páginas con datos sobre cuánto tiempo dedican hombres y mujeres a los trabajos de cuidados y todos serían idénticos. Menos hombres trabajan en casa, y cuando lo hacen dedican menos horas, incluso en los datos con una diferencia menor. ¿Es esto producto de la naturaleza femenina y masculina? No, es producto del género y los roles sexuales que impone.
La pervivencia del género
Los cuidados, en su aspecto material pero también emocional, son todavía una responsabilidad que se carga sobre las mujeres. Este hecho no responde a una cuestión natural o tiene un origen biológico ni casual, es el resultado de la imposición del género sobre las niñas y mujeres, a las que se machaca con ello a lo largo de su vida de diferentes formas (desde los mismo juegos infantiles hasta la condena social por incumplirlos). Cuando el proceso ya está asentado en las bases de la sociedad, se intentan convertir las consecuencias en las causas: “a las mujeres les gusta cuidar”, “las niñas son más buenas”, “las mujeres son más pacientes”. Todos estos afirmaciones sostienen y justifican el imaginario social que normaliza las desigualdades que reflejan los datos.
Pese a la puesta en marcha de políticas públicas para lograr la corresponsabilidad, este imaginario social apenas se mueve, y la igualdad formal es insuficiente si en la sociedad el género no pierde poder ni se desarticula. En un día como hoy, el machismo despliega con fuerza toda su artillería pesada y potencia el ideal de la feminidad en todas sus facetas para “felicitar” a las madres. Así, encontraremos flores y tonos pastel por todas partes, los electrodomésticos como preciados objetos de deseo de mamá, y sin olvidar a los imprescindibles táperes con los que las mujeres de todo el país podrán pasar todavía más horas en la cocina.
No tienen que olvidarse las madres de estar sexys, de “cuidarse para poder cuidar”, como les recomiendan a las mujeres una célebre cadena de lencería. Y nada de quejarse, porque las madres solo destilan paciencia y amor. Para el patriarcado son seres para otros, dispuestas para cubrir las necesidades de todos, no pensar en sí mismas y hacerlo todo con una sonrisa. La recompensa llegará en forma de flores.
Las que no sigan el camino dictado de la maternidad la sufrirán igual en forma de maldición omnipresente. “Te arrepentirás de no tener hijos”, “¿cuándo piensas tener hijos?”, “con lo bien que te sientan los niños…”. Todos los males de esas mujeres encontrarán su causa en no haber sido madre. Serán de por vida incompletas, insatisfechas, infelices, egoístas, contra natura, raras, ariscas, crueles, despiadadas…serán herejes del género que todavía la mayoría profesa como una fe que no se cuestiona y solo se acata. Hay castigo para todas, las que no elijan el camino o las que lo recorran sin seguir estas normas. Y las que las sigan también serán fustigadas, pues un ideal genera unas expectativas incumplibles, inhumanas, que como vemos solo producen desigualdades, violencia e injusticias.
Detrás del “feliz día de la madre” hay una realidad y unos valores que no dan motivos para la celebración sino para la lucha. Empecemos por aprovechar este día para denunciar cómo los estereotipos continúan vigentes, vivos y en constante reproducción en todos los ámbitos de la sociedad. No queremos flores ni mucho menos regalos basados en los estereotipos de género que nos oprimen. Queremos abolir el género y acabar con el poder del patriarcado opresor.