La violencia contra el abolicionismo no cesa: la AAM condena las agresiones a las compañeras de Barcelona en la concentración del 23S
Las mujeres de la Asamblea Abolicionista de Madrid condenan con este comunicado las agresiones en Barcelona a las compañeras abolicionistas durante una concentración en el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Mujeres y Niñas. Enviamos todo nuestro apoyo a Las Hipopótomas y a todas las mujeres que fueron intimidadas y agredidas por defender los derechos humanos de las mujeres y niñas y exigir la abolición de la explotación sexual como hicimos de diferentes maneras mujeres feministas en toda España.
Agredidas por denunciar la explotación sexual
Lamentablemente lo ocurrido no sorprende porque el pasado 8 de marzo en Madrid y Barcelona las abolicionistas fuimos ya agredidas por protestar contra la explotación sexual. De la experiencia de estas dos fechas señaladas a las feministas nos queda la certeza de que de aquí en adelante el despliegue de pancartas abolicionistas supone una amenaza para nosotras. Y que nuestros agresores quedarán impunes porque hay quien los considera parte del feminismo.
En Madrid la Comisión 8M, que ha impuesto años de censura al abolicionismo en sus espacios y reivindica en nombre del feminismo una “revuelta puteril”, agredió al bloque abolicionista sin ningún reparo, destrozó una de las pancartas que portaba la Asamblea Abolicionista de Madrid (cuyo lema era “Stop Violencias Machistas”) y atacó a sus mujeres con empujones y agarrones, todo mientras silenciaba las consignas abolicionistas a ritmo de Azúcar Moreno.
En Barcelona se replicaban los sucesos que ocurrían en Madrid. Varios hombres intimidaban a las compañeras abolicionistas y se burlaban de la lucha contra la explotación sexual. En ambos casos se interpusieron denuncias y varias agrupaciones de mujeres pidieron días después la dimisión de la ministra Montero, que no ha condenado nunca esta violencia y no parece preocupada por ella.
En lo ocurrido ayer día 23 de septiembre en Barcelona podemos ver cómo en pleno Ayuntamiento, y con patrullas de los Mossos d´Esquadra allí mismo, un grupo de individuos, varios de ellos varones, saltan y bailan alrededor de las compañeras mientras patean sus pancartas. ¿Qué se podía leer en esas pancartas? “Les dones no som mercaderia”, “putero al caldero”, “ninguna mujer nace para puta” o “no somos tu porno”; todos una muestra de la condena del feminismo alrededor del mundo a la violencia patriarcal contra las mujeres y niñas. Pero en el paraíso de la violencia prostitucional que es Barcelona, donde la alcaldesa Ada Colau sube a representantes de este discurso al balcón del Ayuntamiento, portar estas consignas implica sufrir agresiones físicas.
En estos mismos grupos se integran también transactivistas que acusan de violentas a las feministas por defender que ser mujer no es un sentimiento. Ellos aparecen en los vídeos y son de hecho la parte más violenta de estos sectores proregulación. Sus sensación de impunidad y el victimismo que les caracteriza hacen que sus muestras de violencia sean las más extremas. De las relaciones entre el transactivismo y la defensa de la explotación sexual tampoco hay dudas, quienes atacaron al bloque en Madrid portaban los pañuelos rosas que ellos mismos dijeron que llevarían para identificarse. Lo eran también quien subió con Colau al balcón y quien leyó el “manifiesto puteril” en Madrid.
Ni podemos ni vamos a tolerar que las amenazas nos silencien. La lucha abolicionista es más necesaria que nunca, la violencia sexual se normaliza poco a poco mediante las manipulaciones que pretenden presentar la forma más extrema de esta violencia como “una estrategia de supervivencia” (sic) para las mujeres. Habrá quien no comprenda lo que está ocurriendo, aunque las imágenes de la violencia hablan por sí solas, pero esto es la culminación de un proceso que ha ido desde la censura y la estigmatización hasta la violencia física que mencionamos.
De la censura a la violencia
El discurso a favor de la mercantilización de las mujeres avanza con rapidez precisamente porque refuerza y apuntala el patriarcado, y pretende hacerlo desde dentro del propio feminismo. Cuando los sectores de infiltrados del lobby proxeneta no han podido contener ni censurar el resurgir del abolicionismo han optado por la violencia para bloquear a las feministas que denuncian la explotación sexual. Sus falsos supuestos que niegan la verdadera realidad de la prostitución, como la supuesta “libre elección” para ser prostituida o la necesidad de derechos laborales para regular la explotación, son mecanismos para proteger a prostituidores y proxenetas y centrar la cuestión en si una mujer puede desear como forma de vida ser violada múltiples veces al día para no morirse de hambre.
La realidad es que las mujeres en la industria de la explotación sexual son aquellas que se encuentran en las peores situaciones, forzadas por el proxenetismo o la pobreza extrema. El objetivo del feminismo es liberarlas no condenarlas a esta situación. Con la denuncia y crítica del sistema de explotación sexual denunciamos una realidad en la que miles de mujeres y niñas sufren violencia, así como un imaginario en el que todas somos vistas como mercancía, deshumanizadas. Es la cultura de la violación en la que los varones aprenden a violar. Para ello hay que exponer a los responsables, prostituidores y proxenetas.
Sin embargo, la degradación del término “feminismo” en muchos sectores que dicen ser parte del movimiento ha posibilitado que se entienda la defensa de la institución prostitucional como una demanda de la lucha por la liberación de las mujeres, o que se hable de “diferentes posturas”, lo que ignora la realidad de la explotación sexual y la historia del feminismo. Por ello, la práctica que tiene como piedras angulares la cosificación y la violencia machista ahora es defendida por quien condena las violaciones solo si no hay billetes de por medio.
La conciencia política, como se puede ver en sus actuaciones, ha sido socavada por música estruendosa y purpurina. Pero tras ello se oculta un comportamiento censor y que estigmatiza a las feministas que sí luchan cada día por esa liberación de la clase sexual oprimida, las mujeres. En estos años estos infiltrados han creado un ambiente insoportable en el que cuestionar la industria de la explotación sexual supone que seas considerada “putófoba”, pero montar un “carnaval feminista” es parte de la lucha. Ellos tienen al sistema de su parte: patriarcado y capitalismo son quienes se nutren de que la sociedad tolere la violencia sexual cuando se comete en el ámbito de la “prostitución”.
La deriva de este sector es tal que ya no solo defienden la violencia sexual contra las mujeres como un “trabajo” sino que ejercen ellos mismos esta violencia en las manifestaciones y actos feministas. Y lo más grave es que esta violencia no recibe ninguna condena pública por parte de muchas personas que se consideran feministas. Mientras las feministas tenemos que ocupar espacios en los que nos propician amenazas de todo tipo donde se habla de arrancarnos la cabeza. Nosotras seguiremos luchando por la abolición de la explotación sexual y denunciando estas agresiones y a sus agresores. El feminismo no será silenciado.